¡Gracias muchach@s!

Crecer es doloroso. Durante la adolescencia parte de ese sufrir es inevitable: no sólo duelen las articulaciones por el estirón que nos damos (bueno, algunos), por los cambios hormonales, físicos y psicológicos propios de la edad, sino porque debido a las limitaciones que imponen los horarios laborales de los padres o la separación de estos, los hijos no encuentran canales de comunicación con ellos y menos aun espacios para expresar sus sentimientos y emociones desbordadas, propias de la edad.
Para llegar a convertirse en adultos sanos, conocer su propia identidad y adquirir buenos hábitos, los chicos necesitan del amor de la familia y de sus amigos. De igual modo necesitan espacios para expresarse (hacer deportes, bailar, escuchar música) para liberar el estrés, necesitan lugares para estar tranquilo, relajarse. Por esto y porque tengo una hija adolescente, con un novio adolescente y amigas y amigos adolescentes, cree los Talleres de Autoconocimiento especialmente para ell@s.
La experiencia ha sido maravillosa, enriquecedora, me ha permitido crecer como terapéuta y encontrar un nicho repleto de necesidad de aprender a crecer, de necesidad de expresarse, de dar y recibir afecto. En nuestros encuentros los chicos escuchan atentos y se prestan animados, dispuestos y curiosos a las experiencias.
Poco a poco, a su tiempo, he empezado a trabajar con ellos la terapia Constelaciones Familiares y lo que he visto es asombroso. Los cambios se notan casi de inmediato y el dolor -porque sí, hay mucho dolor en ellos- se torna en sonrisa. Sus familias son las mejores y logran verlo! Doy las gracias a las madres y padres que confiaron en este proyecto y a los chicos por su buena disposición, energía y amor incondicional por sus sistemas. ¡Sigo trabajando para facilitar que fluya el amor!

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